Hay un solo camino: se aprende a leer leyendo. Las habilidades que necesita el lector se forman con la propia lectura. La enseñanza de la lectura no puede reducirse a la simple alfabetización, a la mera adquisición de la habilidad de reconocer las letras y las palabras; debe incluir el desarrollo de la capacidad de entender y sentir el texto, así como de la afición a la buena lectura. El lector auténtico se reconoce porque lee por su propia voluntad, porque comprende y siente lo que lee, porque le gusta y necesita leer.
Pocos estudiantes llegan a leer bien y a aprovechar bien lo que estudian. Pueden repetir las palabras del texto, pueden memorizarlas; pero no pueden comprender ni sentir lo que leen. No han aprendido a relacionar la lectura con sus experiencias y sus
emociones. Leen solamente de afuera hacia adentro; no han aprendido a invertir el proceso y leer también de adentro hacia fuera. Y esta es la segunda condición para que alguien sea un lector auténtico: debe entender y sentir lo que lee. Debe estar acostumbrado a leer de tal manera que no simplemente pase los ojos por encima de las palabras, sino que establezca con la página
escrita una relación suficiente para no dejar ninguna duda, para vincularse intelectual y emotivamente con el texto.
Cómo leer (mejor) en voz alta, Felipe Garrido
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. De "El libro de los abrazos" Eduardo Galeano
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